3/14/2006

Hasta los Ferré-Rangel lo han tenido que aceptar, jaja

Esto no necesita ni un comentario de mi parte, jajajaja. A los trangalangas que defienden a capa y espada a los 6 tontejos del Senado Popular (¿Mencione a Fortuño?, jejeje) les recomiendo una “valium” para después de leer esto si es que ya no se han metido unas cuantas, jajaja.

Perspectiva

Durmiendo con el enemigo

Lunes, 13 de marzo de 2006

Ismael Fernández
Periodista

Los partidos políticos suman partidarios, y cuando los restan es porque algo anda mal. Esa es la situación del PNP con la expulsión de Kenneth McClintock y de Orlando Parga, más la de Jorge de Castro Font y las sanciones contra otros tres senadores de la Palma.

Pero tampoco los partidos políticos, ni ninguna otra organización, pueden darle largas indefinidamente a actos de indisciplina y desorden internos en sus procedimientos ni en sus relaciones con los demás porque, al final, el resultado será el caos y la derrota. Y la disolución.

Cuando se trata de actos de traición, como era el caso de los llamados seis auténticos como se hacían llamar en tono de reto y desafío, como si se sintieran impunes, creo que el PNP esperó demasiado antes de proceder a disciplinarlos. La expulsión era mandatoria, no importa las consecuencias, porque ellos con sus actuaciones se colocaron fuera del partido del que una vez merecieron su confianza.

La traición y la indisciplina, cuando se convierten en razón de ser de los miembros de cualquier entidad, sea pública o privada, no tiene otra salida que el castigo. Hacer otra cosa, tolerarlo indefinidamente, sería sembrar la semilla de mayor indisciplina y peores traiciones. Sería contagiar a los demás. Sería como decirle al conglomerado disciplinado que la disciplina no paga, que lo conveniente es ser indisciplinado como eran los seis. Hacía mucho tiempo ya que esos seis senadores elegidos como penepés estaban durmiendo con el enemigo.

Podían ser soldados durante el día, disfrutar de la mesa y del sueldo y del título como miembros del PNP, pero al caer la noche abandonaban sus tiendas y se pasaban a las filas populares para regresar al día siguiente y repetir la misma escena al caer la noche. Penepés por el día y populares por la noche.

Hay quien piensa que por el hecho de la expulsión cayó la noche para el PNP. Pero los que eso dicen están dándole a McClintock y los demás una importancia política mucho más allá de la que realmente tienen.

El tiempo dirá y no tardará mucho.

Creo que a fin de cuentas el PNP es un partido demasiado grande y poderoso, con una raíz ideológica sumamente sólida, para que incidentes como el ocurrido puedan hacer mella en su estructura y causar un daño trascendental.

El aspaviento de la expulsión se explica por el tiempo que se dejó correr antes de que se tomaran las medidas correctivas que eran necesarias. Porque las reglas del juego aconsejan que los partidos políticos no deben expulsar a ningún afiliado. Y menos cuando se trata del Presidente del Senado y su vicepresidente. Uno, Jorge de Castro Font, ya había sido expulsado hace semanas sin causar tanto revuelo. Realmente hubo dos expulsiones adicionales, la de Parga y McClintock, porque en los otros casos se dio una segunda oportunidad a los tres senadores.

Ninguno es el último ni será el primero porque antes hubo otras expulsiones. Luis Muñoz Marín expulsó a su mano derecha Vicente Géigel Polanco con una carta en la que le anunciaba que le pedía la renuncia y que se la aceptaba. El mismo Muñoz Marín también expulsó al doctor Susoni cuando era Speaker. Cuando le preguntaron a Susoni el por qué de la acción en su contra, su respuesta fue que hacía tiempo se sentía expulsado. En los dos casos hubo motivos ideológicos detrás de las expulsiones; todos eran independentistas. También Muñoz Marín expulsó a su protegido y sucesor en la gobernación después que éste perdió la renominación y formó otro partido para postularse.

Don Luis Ferré fue prácticamente expulsado del viejo Partido Estadista Republicano (PER) cuando se debatió durante una asamblea si el PER debía particicipar o no en los procesos de la Constituyente. Don Miguel Angel García Méndez prevaleció en el debate y casi no permitió que don Luis hablara, tolerando los abucheos de sus partidarios que le impedían hablar. Don Luis fue acosado de tal manera que tuvo que retirarse. García Méndez se quedó con la maquinaria pero don Luis se llevó al partido.

La pregunta se cae de la mata: ¿podrán McClintock y los demás repetir aquella hazaña? No; definitivamente no.

Intimamente el grupo quisiera hacer su propio partido pero inscribir un nuevo partido político es tarea de gigantes. Y a pesar de todos los tanteos de Parga y sus amenazas no hay la menor oportunidad porque los partidos políticos no se inscriben en una oficina con aire acondicionado. Hay que tirarse a la calle y sudar la patria. Amenazan acudir a los tribunales, pero quieren olvidar que eso está decidido porque a los partidos se le reconoce el derecho de proteger sus procedimientos internos de candidaturas. Lo otro sería una relajo.

La lucha de McClintock y sus cinco compañeros para retener la presidencia del Senado frente a la ofensiva de Pedro Rosselló por desbancarlo podía atraer simpatías, y tenían legítimo derecho pero cuando perdieron en el seno del caucus del PNP quedaron en desventaja. El caucus es quien decide, por mayoría, y en vez de acatar el voto mayoritario de sus compañeros, 11 contra seis, estos últimos optaron por traicionar a esa mayoría y al partido como institución a la cual le deben lealtad y acatamiento de sus procesos internos. Se rebelaron y se fueron con el enemigo.

Hicieron una alianza mezquina para prevalecer con los senadores populares y formar así una mayoría artificial que les mantuvo en el poder. Y así se mantendrán pero ya no pueden llamarse senadores del PNP. Declárense realengos, no comprometidos, o como quieran llamarse, pero no son penepés. Pueden sentirse estadistas, y proclamarlo, pero si se declaran penepés son tan farsantes como cuando dormían con el enemigo.

La realidad numérica de una mayoría de 15 senadores no cambia con la expulsión, pero ahora el país sabe que son aves del mismo plumaje: 15 senadores bajo la misma frazada, contra 11 del PNP.

Pienso en la dignidad política que exhibió don Roberto Rexach Benítez cuando perdió por un voto, en el caucus, la presidencia del Senado y optó por acatar la voluntad de sus iguales. Trabajó como senador dentro de la mayoría de su partido PNP hasta que se retiró, sin la jerarquía que siempre tuvo. Eso es tener dignidad política. Pudo haber conseguido apoyo de los populares, pero Roberto Rexach Benítez está hecho de otra madera. Primero hay que respetarse uno mismo antes de mirarse al espejo. Para que los demás respeten a uno.

No lo tuve que decir yo, lo dijo el Nuevo Día, jajaja… Sorpresas te da la vida, sorpresas te da la vida, ayyy Dios…jeje

No hay comentarios.: