4/10/2006

¿Estratega o Tonto?

Directamente desde El Nuevo Día, jeje.

La estrategia de Aníbal

Lunes, 10 de abril de 2006

Ismael Fernández
Periodista

Pregunta el senador Carlos Díaz, ¿qué sabe el Gobernador que lo llevó a hacer tales comentarios? La respuesta se cae de la mata: es que Aníbal sabe que está perdido, y se juega su mejor carta para sobrevivir, porque el futuro luce cada día peor y no hay remedio a la vista que lo salve. Lo que le queda es echar el resto.

Aníbal cree que esa carta es Pedro Rosselló, vejándolo y desacreditándolo. Metiendo a Fortuño en la refriega con comparaciones que lo ridiculizan.

Y va a la yugular. Pero hay un gran riesgo. En la familia del PNP hay garata, pero tan pronto alguien de afuera se mete en la discusión, la familia se une y cierra filas. Ese es el riesgo de Aníbal. Lo sabremos en unos cuantos meses, sino antes.

La voz de la calle dice que los sueños de reelección de Aníbal están por las nubes. De hecho hace meses yo concluí en este espacio que Aníbal no es reelegible. Desde entonces hacia acá la situación gubernamental y política ha empeorado. Y cada día se pone peor.

Pero el hombre es un tremendo peleador, y un estratega político de primera. Al nivel del mejor. Lo ha demostrado hasta la saciedad, y con razón él mismo pregona con satisfacción que en su corto y rápido ascenso se ha visto en situaciones malísimas, pero siempre las ha superado. Es muy cierto; de la derrota se las ha arreglado para salir victorioso. No se deja acorralar por la adversidad. Ahí está el récord, desde el primer reto por el liderato de la minoría popular en la Cámara hasta que llegó a La Fortaleza. Siempre en ascenso, de abajo hacia arriba, superándolos a todos. Y como buen estratega, sabe cuándo hay que hacer una pausa y una retirada táctica. Pero ahora no hay espacio para retirada porque estaría entregándolo todo. Su instinto es que lo bajen y no bajar por su voluntad.

Cuando quiso presidir el Partido, apareció Sila Calderón con un baúl de billetes, una cara nueva, y bonita, y Aníbal discretamente se echó a un lado dejándola que corriera y él se conformó con el papel de segunda figura. Cuestión de táctica. Después quiso ser candidato a Alcalde de San Juan, pero Sila quería el cargo para ella y lo envió a Washington y lo hizo candidato a Comisionado Residente. Otro en su lugar se hubiera sentido herido en su ego, pero su olfato táctico lo hizo tragar profundo y allá fue a parar, trabajando con ahínco y dando lo mejor de su capacidad política y profesional. Sin abandonar, téngase muy presente, los contactos locales con el Partido, a todos los niveles. Con su agenda en mente, siempre esperando su momento, seguro que habría de llegar. Y le llegó.

Llegó cuando Sila quiso sacarlo de carrera nuevamente y en su lugar rehusó darle paso para la candidatura a Gobernador, reservándola para otro preferido. Quería que fuera candidato a Alcalde de San Juan. Aquí la táctica fue otra, la de pelear. No más, le respondió Aníbal, pero sin rechazarla del todo mientras pensaba, dijo, lo que habría de hacer. ¿Y qué hizo? Pues se fue calladito a los alcaldes populares, cuya amistad había cultivado siempre, y con José Aponte desde Carolina como punta de lanza anunció que aspiraría a Gobernador. Sila no se atrevió a darle pelea y en pocos días, sin mucha disputa, Aníbal prevaleció.

En la campaña Aníbal comenzó atrás y en casi todo el trayecto estuvo rezagado. Ahí están las encuestas en los periódicos y en los archivos de los encuestadores como testigos para la historia.

A base de promesas y ofertas sin límites, como aquella de que no firmaría ni un solo proyecto de aumentos de contribuciones, y que por el contrario auspiciaría alivios y beneficios contributivos sin precedentes, se mantuvo en carrera, pero siempre rezagado. Las encuestas nunca le favorecieron. Pero Aníbal seguía luchando con tesón, agotando sus recursos estratégicos.

Negoció secretamente con los izquierdosos del separatismo antipipiolo y, metiendo miedo con la estadidad si ganaba el PNP, atrajo votos del PIP para ganar la Gobernación por sólo tres mil votos. Aun durante el recuento siempre estuvo atrás, pero nunca se entregó hasta, finalmente, pasar airoso un pleito sobre los discutidos pivazos que llegó hasta el Circuito de Boston. En esos pivazos, entre los electores que votaron mixto incluyéndolo a él para Gobernador, están los izquierdosos.

Muchos de ellos fueron premiados por Aníbal con suculentos puestos en su administración, incluyendo jefes de agencias que se mantienen calladitos sin hacer ruido en sus oficinas mientras reclutan a sus propios protegidos. Y Aníbal se hace de la vista larga mientras no hagan ruido.

El mismo Aníbal que a lo largo de su ascenso se mantuvo en pelea, firme y sin rendirse, luchando con la mejor estrategia. Antes como ahora, la amenaza de derrota no lo puso a huir.

A dos años de su administración Sila estaba fracasada y derrotada, pero en vez de luchar prefirió ‘juyirse’. Aníbal está hecho de otra madera y por eso el exabrupto de su discurso ante la Legislatura, impropio en un hombre de estado. Porque Aníbal ha sido testigo de ocho o diez discursos como el de la semana pasada y sabe cuál es el comportamiento debido y el respeto que se debe a sí mismo y a su pueblo como primera figura del País.

Seguro que lo aplaudirán sus incondicionales. Lo están aplaudiendo.

Pero su ataque premeditado necesariamente no lo salvará de la derrota, y podría rebotarle y tener el efecto adverso de unir la familia que él cree desunida. Por ejemplo, las relaciones entre Rosselló y Luis Fortuño podrían recalentarse al tomar conciencia ambos de que existe un enemigo común que se llama Aníbal Acevedo Vilá.

Fue un error del Gobernador mencionar en varias ocasiones el nombre de Fortuño junto con el de Rosselló durante su andanada.

¿En algún momento cuando planificó la estrategia el Gobernador pensó que en peleas de familia es mal negocio del intruso meterse donde no lo han llamado? A veces el listo, y sin lugar a dudas Aníbal es bien listo, comete excesos.

Porque, como dice Reinaldo Pirela allá en Arroyo, ‘al mejor cazador se le va la liebre’...

Jajajaja... Muy buen analisis, jeje.

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