12/27/2006

Paz en medio de la tormenta

El amor en tiempos de odio

Por: Luis Dávila Colón

Nunca imaginé que en una época tan linda y tan sagrada como la Navidad, a la altura de un cierre de año, tuviera que escribir estas líneas contra la dictadura que nos destruye. Y es que esta tiranía, en su capacidad ilimitada de sembrar el odio y el mal, se me parece cada día más a los estilos del mafioso Al Capone, lo que me recuerda aquellas líneas famosas de la película de Brian de Palma, Los Intocables, en la que se encontraba la lucha a muerte entre el bien y el mal.

“Yo quiero que busquen a ese muchachito blanquito Elliot Ness. Lo quiero enterrar. Y quiero a su familia muerta. Quiero su casa demolida y quemada. Y después, quiero ir allí a la medianoche a orinarme en sus cenizas.” – Instrucciones de Al Capone (Robert De Niro) a sus sicarios.

“¿Tú quieres capturar a Capone? Te digo cómo. Te saca un cuchillo; tú le sacas un revólver. Te manda uno de los tuyos al hospital; tú le mandas uno de los de él a la morgue. Ese es el estilo de Chicago. Y así es como finalmente vas a capturar a Capone.” – El capitán corrupto James Malone (Sean Connery) a Elliot Ness (Kevin Costner).

Traigo estas líneas a colación porque recogen el signo del rencor de nuestros tiempos. El arresto y el inminente encarcelamiento de Pedro Rosselló por un caso fabricado es el fin de todo lo positivo, constructivo y bien intencionado que alguna vez pudo haber inspirado la creación del ELA. Y es que lo obvio es demasiado presente para ignorar. Podremos hacernos los desentendidos, pero a fin de cuentas no podemos negar ver la crueldad que hemos visto, sentido y sufrido.

Hace dos semanas el dictador Aníbal Acevedo Vilá fue impecablemente vestido en traje de Brioni a la Catedral de Ponce para cantarle las mañanitas a la Virgen de la Guadalupe y a rezar por la unión y la paz de Puerto Rico. El catolicismo popularizado de la colonia boricua tiene sus cursis rituales. Mi mamá siempre me decía que los peores diablos son aquellos que a letanía y a golpes de pecho rezan. Y créanme, el problema es la misma esencia del mal totalitario. Porque el rezar hipócritamente no va a cambiar los pecados del no arrepentido. No se trata de cambiar el collar, sino de dejar de ser perro.

Pedro Rosselló González es el tercer presidente del partido de minoría procesado por el Régimen Popular en los últimos tres años. Como Albizu, este Pedro también irá al calabozo. Es además, el líder de una cúpula política a la que se le han radicado más de 54 casos fabricados, desestimados o absueltos en los últimos 6 años, todos ellos contra la oposición y los insurrectos. Y es ahí donde tenemos la primera corrupción y desnaturalización de lo que alguna vez se pensó pudo haber sido una sociedad libre, abierta, justa, tolerante y de ley y orden. Porque si mal no me enseñaron en la escuela, en la verdadera democracia los diferendos y las controversias de política pública se determinan en el debate de ideas, en la competencia de soluciones, en el campo de la opinión pública, con enfrentamientos en la campaña electoral, dentro de un ordenamiento y marco electoral justo y nivelado y con el veredicto inapelable de las urnas. Sin amenazas, rencores ni miedos. Con las únicas reglas de la ética, la moralidad, la tolerancia y la seguridad. O sea, el adversario –que no es enemigo– se confronta y se derrota en el campo civil y en el terreno de juego de la libertad y nunca con la bayoneta de la criminalización. El mandato electoral es para gobernar y no para demonizar y meter preso a los derrotados.

El procesamiento criminal de las minorías, con imprudencia, impunidad y desprecio total por los derechos humanos y los principios básicos de un gobierno republicano, ha sido el pan nuestro de cada día de la dictadura. Ante el colapso del andamiaje del ELA, la bancarrota de su erario, la ausencia de obra, la falta de ideas y la quiebra moral de sus líderes, en tiempos como estos, el Partido Popular a lo único que ha sabido recurrir es a la opresión, a la demonización y a la represión del otro. La Primera Mordaza desplegada contra los independentistas a medio siglo pasado y esta Segunda Mordaza brutalmente desplegada contra los estadistas en los primeros años del milenio, reflejan la total y absoluta maldad del neocolonialismo criminal. Lo hacen precisamente rezándole a las once mil Vírgenes, porque ese estilo mafioso para mantenerse en el poder y ganar elecciones le ha rendido pingües beneficios sin costo relativo alguno.

La Primera Mordaza terminó destruyendo un creciente independentismo reduciéndolo a su rol de folclórico apéndice colaborador del Partido Popular. La Mordaza II les revalidó el poder en el año 2004 manteniendo a raya la ola estadista, obligando a sus masas a emigrar fuera de Puerto Rico al exilio económico y político y usurpándole bajo engaño la mitad de los reducidos votos del verdadero Partido Independentista. Como los perros de Pavlov, los populares están amaestrados y acondicionados a clavar y a destruir para sobrevivir. No saben hacer otra cosa. Y como no les ha costado ni libertad, ni privilegios, ni elecciones, ni un cambio descolonizador, la costumbre de sembrar odios y meter presos a la oposición se ha convertido en el esquema más rentable, más accesible y más conveniente para mantenerse en el poder. Claro, ayuda mucho que lo acaparan todo, que controlan la justicia ejecutiva y la justicia judicial. Que dominan medios propagandísticos, sociedad civil, uniones, empresas, banca, organizaciones y todo lo que opere con licencia en el ELA. Por eso, están seguros de que sus acciones criminales nunca encontrarán calabozo, castigo, pena ni venganza comparable.

El desprecio total que demuestra el Régimen por las opiniones diferentes y por las ofertas electorales alternativas es el culto al odio, al rencor y a la violencia institucional como instrumento de lidia política. El Partido Popular tienta a sus adversarios a odiar en los tiempos en que la Patria necesita grandes cantidades de amor, bondad, compasión y hermanamiento. Caer en esa tentación del ojo por ojo, o en lo que el capitán corrupto le sugirió a Elliot Ness, es caer en el círculo odioso y en las garras del mismo diablo que pretendemos combatir. Como decía Coelho: “Un enemigo siempre representa nuestro lado débil.” Por lo que hoy, más que nunca, se hace necesario tomar el camino menos recorrido de la paz. La dictadura no puede escoger la manera de combatirla. Por eso hay que repudiar los estilos mafiosos de los Capone que imperan. Aunque el odio mantiene vivos a los esclavos, a final de cuentas los condena a la eterna esclavitud.

Entonces, la única solución es la resistencia pacífica, la razón y la reafirmación de que la condición humana también puede llevarnos a construir, a edificar y a desenvainar la buena espada en la conquista pacífica de nuestros verdaderos y más nobles sueños, de ese Puerto Rico pacífico, familiar y amoroso de la Navidad que nos robaron...

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