Aníbal quiere llevarse a Rosselló
Ismael Fernández
Periodista
16-Octubre-2006
Pregunto : ¿por qué Aníbal somete a Rosselló al Fiscal Especial Independiente? ¿Porque es un pillo? ¿Porque es su enemigo político indoblegable? ¿Porque cree que tiene poder para hacerlo? ¿Para sacarlo de carrera?
Como el Gobernador no explica, y se guarda la razón para su conducta, hay que hacer conjeturas.
Mi opinión personal es que Aníbal no quiere irse solo si el Gran Jurado Federal encuentra lo que sospecha. La investigación de los federales parece que está tocando fondo y Aníbal sabe que si hay algo, esos sabuesos pueden encontrarlo. Y si eso resulta y algo encuentran, se lo llevan. Esposado y con el mameluco. Y él lo sabe. Pues no me voy solo, es su reacción anticipada. El Gobernador tiene merecida fama de gran estratega político, y, como tal, es calculador y metódico, capaz de anticiparse y correr riesgo cuando no hay alternativa.
Llamó a su secretario de Justicia, Roberto Sánchez Ramos, quien le había entregado dos días antes el expediente de Rosselló con el último informe de un fiscal investigador que no encontró evidencia para acusar al líder del PNP por el asunto de la pensión. Aníbal hojea el voluminoso documento y hace anotaciones en un cuaderno, comenta y pregunta: “¿Qué te parece el informe de ese fiscal imbécil? Y que lo que hay es circunstancial. Mira esto, y esto otro, y esto que está aquí. Para él eso es circunstancial. ¡Tu fiscal! El Secretario, quien ya había tenido un mal día cuando compareció ante una comisión legislativa y perdió la compostura cuando le hicieron una pregunta que le llegó al tuétano, explicó lo mejor que pudo.
Este funcionario tiene fama de ser un excelente abogado, de escritorio, sin la experiencia de un “trial lawyer”. Su carrera profesional ha sido detrás de un escritorio y en la biblioteca legal, leyendo casos, haciendo anotaciones, escuchando subalternos. Siempre bien vestido, refinado, culto y de modales delicados y sociable, Roberto Sánchez no tiene dotes de orador como las tenía su abuelo Ramos Antonini. Más bien es parco de expresión como su señor padre el bien recordado don Roberto Sánchez Vilella, quien era magnífico administrador, pero de poco hablar.
Cuando el Gobernador, incomodado y frustrado en su plan, le salió en forma un poco destemplada a su empleado, el secretario, huérfano de la habilidad en el toma y dame de abogado en corte abierta, no pudo salir del cerco. Un Héctor Rivera Cruz, con sus dotes legales y sus recursos y el respeto profesional de un secretario de Justicia de su calibre, que sabe dónde está “parao”, debió explicarle al Gobernador lo delicado de la situación. Los riesgos y peligros potenciales, legales y de otra índole. Su deber es orientarlo y señalar el camino a seguir. Aconsejar y hacerse sentir. Don Roberto y don Ernesto, padre y abuelo, tenían carácter y lo hicieron. Se dieron a respetar.
Como el fiscal de su Departamento que investigó a Rosselló hasta la saciedad no encontró causa para procesarlo, y lo reiteró, Sánchez tenía que defender la integridad de los procesos y debió hacérselo saber al Gobernador. En palabras cortas y precisas tenía que decirle a Aníbal: “Señor Gobernador, con el mayor respeto, estamos cometiendo un error y una injusticia. Pero para eso se necesita algo más que el título y una posición de rango. No basta con el pelo bien peinado si no hay profesionalismo.
La suerte estaba echada y el estratega decidido y desenfrenado y sin el consejo y la orientación leal y honesta que puede esperarse de un buen funcionario competente y vertical, dio la orden tajante. “Envíalo al FEI”, dijo Aníbal para poner fin a las conversación entre jefe y empleado. Y del despacho en Fortaleza el secretario de Justicia, sumiso y obediente, salió de regreso a su oficina a pocos pasos de distancia, para cumplir la orden. Como Aníbal quiere: Rosselló es un pillo, es un pillo, es un pillo. Y lo repitió varias veces en radio y televisión. Para luego intentar aclarar y borrar el insulto con el cual quiso encontrar culpable por anticipado a Rosselló, diciendo que había dicho que cometió actos de pillaje. ¡Pobrecito secretario!
¿Y Rosselló? Pidió públicamente que aceleren los procedimientos y que sigan investigando. Que sea en un “fast track”, que no se detengan. Ligero, con prisa.
Por primera vez un gobernador en Fortaleza utiliza la posición para destruir a su enemigo político, utilizando a un secretario de Justicia que en realidad se comporta como un genuino sastre jurídico. Y mientras tanto el Gran Jurado federal y el FBI siguen buscando y acumulando pruebas donde Aníbal cree que están bien escondidas. Se han llevado documentos y récords, se han incautado de computadoras y otro equipo, han entrevistado funcionarios del Partido Popular y de Gobierno en sus casas y en oficinas, bajo juramento. De los de ahora y de la pasada administración. Socios, amigos y colaboradores políticos y económicos de Aníbal han tenido que comparecer. Aníbal, potencial imputado, si al final le acusan de algún delito, no ha tenido que comparecer. Como es usual en cualquier investigación de este tipo, citan al potencial acusado, si es necessario, en última instancia y bajo apercibimiento de no incriminarse. Y de eso saben los abogados. Hasta el momento el Gobernador y sus allegados han dicho que Aníbal no ha comparecido. A pesar de rumores en contrario. ¿Y usted, qué cree? Yo creo que no ha sido citado por el Gran Jurado ni por el FBI.
10/16/2006
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