Carta al pueblo de Rosselló
A mis Compañeros en el Ideal y mis Hermanos Puertorriqueños
Hace 4 años regresé a Puerto Rico para unirme a ustedes en la lucha por recuperar el norte perdido y redirigir a nuestro pueblo por un camino de justicia, de progreso y de esperanza de un mejor futuro. Luego de haber renunciado a la continua dinámica de la política electiva, un llamado de muchos compañeros de lucha y lo que llegué a interpretar como un reclamo de pueblo, para que me reintegrara en las batallas electorales, fue suficiente para afirmar una nueva decisión de tomar parte en las elecciones de 2004. El resto ya ustedes lo conocen.
Las experiencias de una primaria para la gobernación, de una campaña como candidato oficial del Partido Nuevo Progresista, de unas elecciones con resultados amañados e ilegítimos y de una aleccionadora estadía en el Senado me han permitido analizar, con perspectiva más aguda la situación de nuestro pueblo, de nuestro ideal y partido, y de mi familia. He podido ver con claridad prístina lo que los tiempos actuales requieren de cada uno de nosotros.
Hace más de un año, a principios del 2006, tomé unas decisiones que hoy comparto con ustedes.
Para que quedaran, mi intención y mis subsiguientes acciones claramente constatadas, presté una declaración jurada, que firmé ante un notario, con fecha cierta, el 22 de marzo de 2006. Acompaño copia de esta.
Reafirmo en esta declaración que no claudicaré a las causas en que fundó mi vida política la justicia social y los derechos humanos y civiles de nuestros ciudadanos, el establecimiento del derecho a la salud para cada puertorriqueño y todo lo enmarcado en el progreso y el bienestar que representa la estadidad federada para nuestro pueblo.
Desde esta perspectiva reconocí que mi primordial responsabilidad política actual era fortalecer el instrumento que representa estas causas, el Partido Nuevo Progresista. No quería que otras consideraciones nublaran mi visión sobre esto. A corto plazo eso requería de mi, como presidente del Partido Nuevo Progresista, posicionar y capacitar al partido para un contundente triunfo en las elecciones de 2008.
Durante los pasados años ha tenido la oportunidad de profundizar sobre algunas lecciones humanas de aplicación universal, referente al campo político y de servicio publico en el cual nos desenvolvemos.
Nelson Mandela, extraordinario ejemplo de lucha por los derechos de su pueblo, nos señaló que "uno no lidera por la posición que ocupa, sino por la fortaleza de sus ideas". Desde otro tiempo y lugar, Martín Luther King nos aleccionaba: "Yo no estoy interesado en el poder, por el poder en si, sino en un poder que es moral, que es correcto y que es bueno".
Entendí que esta era la perspectiva correcta, que teníamos que sobrepasar las cadenas que nos condenan a pequeñas y continuas escaramuzas políticas, sin avance ninguno, y buscar esa fuerza moral que puede mover montañas y pueblos.
En una coyuntura existencial en su trayectoria Simón Bolívar declaró: "Ustedes me dicen que la historia dirá grandes cosas sobre mi. Yo creo que nada fue más grande que mi renunciación al poder..."
Por consideraciones como éstas fue que declaré bajo juramento en marzo de 2006 "que no aspiraré a posición política electiva o a candidatura alguna, ahora o en futuro".
El futuro de nuestro pueblo es un asunto moral.
Por eso creo que debemos capturar ese nivel de fuerza moral que nos capacite para lograr las altas aspiraciones de nuestro pueblo. Ha llegado el tiempo de definir nuestra meta y ruta final, y de terminar con el largo y oscuro periodo colonial. Esto es un asunto moral.
Un senador federal reaccionando a la legislación para reconocer derechos civiles en la década del sesenta, sentenció: "Ningún ejército es más fuerte que una idea cuyo tiempo ha llegado" y así es con nuestro ideal, nuestra idea. Por eso mi decisión de no aspirar a posición alguna de poder político.
Que quede claro: Esto no es un retiro. Me reitero y me comprometo más que nunca antes con nuestras causas. Mi rol será diferente... y estoy convencido que más efectivo de lo que haya podido ser hasta ahora.
Y es que esta actividad me libera. Me permite la libertad de actuar (como proclamaba Martín Luther King y sus luchadores por los derechos humanos: "Free at last, thank God Almighty, I’m free at last"), con la claridad de propósito y con la fuerza moral para reclamar nuestras más fundamentales aspiraciones.
Confieso que me siento liberado porque ya no habrá que responder a las intimidaciones abiertas o veladas, del proceso político-electivo...
Me siento liberado de la sombra de sospecha y del cinismo que siempre se cierne sobre cualquier decisión que uno de buena fe pueda tomar... del cuestionamiento continuo de nuestras motivaciones....
Me siento liberado de los cantos de sirena que nos llaman a adelantar nuestras carreras políticas....
En muchas ocasiones y en diferentes puntos de nuestra isla, he oído proclamar que "el ideal viene por encima de cualquier aspiración. " Hoy me siento liberado, para así demostrarlo; hoy tengo la extraordinaria oportunidad de clarificar la razón de ser de nuestras acciones.
Le he reiterado a nuestros compañeros de lucha por ese mejor Puerto Rico que queremos legarle a los que nos seguirán, que no los abandonaré esa lucha. Hoy me reafirmo, que desde perspectivas y roles diferentes, habré de seguir batallando por los valores, principios y objetivos del movimiento estadista.
Como Presidente del P.N.P. me reafirmo en que continuaré fortaleciendo nuestro instrumento de justicia, que seguiré identificando los hombres y mujeres comprometidos, que mejor puedan representar nuestro ideal, y que específicamente trabajaré para el triunfo electoral en el 2008. Será el pueblo progresista que decidirá quienes tendrán el privilegio de tomar la bandera de nuestro Partido y nuestro movimiento. Con estos marcharemos a la victoria que abrirá el camino final a nuestra definición de pueblo.
Algunos podrán preguntarme si tengo algo que lamentar en esta decisión. Ciertamente siempre habrá algún reparo. Mis instintos competitivos siempre han sido fuertes elementos en toda gestión de mi vida: en el deporte, en mi profesión, en la política y en el servicio público. Esta fibra de reto me estimula hacia la competencia... y hacia la lucha electoral. Lamento, sí , el no poder responder a esa retante inclinación innata.
Pero he comprendido que podemos lograr nuestros objetivos y metas, quizás más efectivamente, con otros instrumentos y otras acciones.
Otro asunto que habré de extrañar se refiere a la vivencia que he podido experimentar junto a aquellos amigos y combatientes que me han acompañado en las luchas político- electorales. De ellos he aprendido mucho. Por ellos he comprendido más profundamente el significado de la dedicación, de la lealtad, de la amistad... Porque los conozco mucho mejor, sé que aunque alguno no esté de acuerdo con estas decisiones mías o que sientan alguna desilusión, sabrá comprender...porque me conocen.
Comienzo un nuevo capítulo en mi lucha personal por los valores, las ideas y los principios que en mi estimación son esenciales para nuestra vida como pueblo compasivo y justo.
Que en este camino, nos ayude Dios.
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