5/15/2006

Ni un impuesto más

Poca disposición al sacrificio

Lunes, 15 de mayo de 2006

Como era de esperar, la más reciente encuesta de El Nuevo Día demuestra que la gran mayoría de los puertorriqueños no tienen una visión optimista de nuestro futuro económico.

ADEMÁS, LA GRAN MAYORÍA de los encuestados demostró su oposición a cualquier tipo de impuesto y, lo que es más preocupante, la gran mayoría no está dispuesta a hacer sacrificio alguno a cambio de una mejoría en los servicios públicos.

Casi nada ha enfurecido y ha causado más frustración a los puertorriqueños en el pasado año que el caos de las finanzas públicas. Encima de todo el coraje que suelen provocar las pugnas entre políticos y las interminables batallas por el estatus, ahora los ciudadanos se sienten más indignados a medida que el gobierno reconoce el hecho de que no tiene fondos y que debe aumentar sus recaudos.

Aunque la mayoría de las personas no acostumbra seguir las noticias que surgen de las agencias calificadoras de crédito, lo cierto es que el déficit fiscal que acarrean las agencias públicas de Puerto Rico ha motivado una reevaluación de la capacidad de repago del Gobierno y se ha convertido en asunto de todos.

A finales de abril y principios de mayo existía la percepción generalizada, compartida por el 81% de los electores, de que el enorme déficit presupuestario degradaría aún más la calificación crediticia de Puerto Rico, lo que traería consecuencias negativas para la economía de la Isla. Y lo que el pueblo temía se ha convertido en realidad.

Mientras los electores observan las batallas entre senadores, alcaldes y otras figuras políticas en torno a la mejor forma de establecer nuevos impuestos, la única área en la que existe consenso es en que la gran mayoría siente que el impacto será negativo.

Aumentar los impuestos al consumo de productos y servicios podría ayudar a resolver el déficit del gobierno, pero la mayoría de los electores lo ve como una garantía de que se reducirá su nivel de vida.

El 67% opina que cualquier fórmula que reduzca las contribuciones sobre ingresos y aumente los impuestos sobre el consumo inevitablemente afectará a sus familias. Sólo el 12% cree que este “sacrificio” de pagar impuestos de consumo a cambio de pagar menos contribuciones sería beneficioso para sus familias.

Los electores que participaron en la Encuesta de El Nuevo Día también anticiparon, acertadamente, que las marcadas reducciones en el presupuesto gubernamental afectarían de forma grave los servicios públicos, ya que tres cuartas partes (74%) señaló que los grandes recortes en los fondos asignados a las agencias gubernamentales tendría un impacto “muy” negativo o “un tanto” negativo en los servicios que éstas ofrecen.

EN CAMBIO, los electores, la mayoría de los cuales están bien preparados y bien armados para acusar a los políticos y a los líderes gubernamentales por una variedad de fracasos económicos, parecen no estar dispuestos a reconocer que los mismos ciudadanos tienen que tomar acción para resolver la crisis.

La mayoría de los electores de todas las ideologías políticas no congenia con la idea de que los nuevos impuestos sobre las ventas o sobre el consumo serían una alternativa aceptable para resolver la crisis, aun cuando dichos ingresos se utilizaran para reducir el déficit presupuestario del Gobierno Central. Sólo el 36% de los electores en general piensa que esta estrategia fiscal es aceptable, mientras que el 58% opina lo contrario.

Al pedirles que elijan entre aumentar los impuestos para mantener los niveles de servicios públicos que se consideraban normales antes del cierre gubernamental o una reducción de impuestos que generaría una reducción de los servicios públicos, la mayoría o el 40% de los electores no acogió NINGUNA de las opciones, sino que ofreció una solución que realmente no soluciona el problema: pagar menos impuestos sin enfrentar ninguna reducción en los servicios públicos. Aunque el 33% de los votantes prefiere la opción de reducir tanto sus impuestos como los servicios públicos y el 20% dice que estaría dispuesto a pagar más impuestos para conservar los servicios, la gran mayoría del electorado no parece estar preparado para hacer ningún sacrificio.

En la mente de los electores, la insensatez política juega un papel fundamental como explicación a la presente crisis fiscal: el 81% del electorado opina que la crisis económica actual se hubiese evitado si los políticos hubiesen tomado mejores decisiones financieras. Sólo el 17% de los electores (y éstos tienden a ser los que tienen más educación) considera que el camino a la crisis fue uno largo y bastante inevitable.

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